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Transformar la cultura para detener el fuego

Experiencia comunitaria de la Brigadistas Forestales Comunitarios, Valledupar, Cesar.

Las cinco veredas del corregimiento de Caracolí, a 45 minutos de Valledupar, en el departamento del Cesar, están situadas al borde de la carretera que conduce del centro del país a la Costa Atlántica. Esa carretera es la línea negra que divide los territorios ancestrales de la Sierra Nevada de Santa Marta de las planicies de bosque seco azotadas por el sol y las sequías. 

En verano, el follaje que pierden los árboles se seca en el suelo árido para convertirse en acucioso combustible. Allí una colilla arrojada desde un vehículo puede iniciar un incendio que arrase cientos de hectáreas.

También puede causarlo la quema de un pequeño lote para establecer un cultivo, o un disparo para cazar un animal, o hasta una pequeña brasa salida del ahumador usado para extraer miel de un panal. 

Uno de esos incendios arrasó la finca de Miriam Montero, una curtida campesina de la zona, y le sacó lagrimas de tristeza encontrar, en medio de la desolación, una manada de quince zainos calcinados por las llamas. Ella, junto con un grupo de 26 de sus vecinos, decidió que había que había que hacer algo para detener esa amenaza. 

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