Ciencia para la vida: La pimienta del Putumayo atrae paladares mundiales

 

 

Recogiendo la cosecha de pimienta

Iniciamos un viaje por el departamento del Putumayo, en el municipio del Valle de Guamuez. Allí tuvimos la oportunidad de conocer el trabajo de la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez – ASAPIV. Una iniciativa con mucho por enseñarnos acerca de la perseverancia, la renuncia al dinero fácil y el amor hacia la naturaleza.

Putumayo: más que violencia y coca

Cuando dijimos que íbamos para el Putumayo para entregar un premio que obtienen las comunidades que transforman las realidades de sus territorios a punta de apropiación social del conocimiento, muchos inmediatamente nos aconsejaban excesivo cuidado porque es que “Putumayo es sólo violencia y coca”. Es cierto, la región lidia con todos esos miedosos desenfrenos que trae el narcotráfico, pero ese “sólo violencia y narco” es injusto, también poco preciso y, sobre todo, muy desagradecido.

Por décadas personas, instituciones, organismos, líderes, gobiernos, agencias de cooperación han trabajado en esta región para construir un proyecto de vida diferente allí, cambiar el rumbo de este territorio lleno de bondades paradisíacas. Hacer una lista de todos aquellos que han metido el hombro para lograr este cambio sería interminable. Pero lo cierto es que todo este trabajo tiene frutos. Frutos que están sanos y maduros. Que demuestran que Putumayo también es ciencia, innovación, ética del cuidado, aprendizaje.

El ejemplo de esto es la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez – ASAPIV. 109 familias que producen pimienta de alta calidad y libre de químicos. Una comunidad que adaptan ciencia y tecnología en su trabajo. Por eso Putumayo y el Valle del Guamuez son mucho más de lo que algunos creen.

Giraldo Antonio Martínez

Él es Giraldo Antonio Martínez, miembro de la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez -ASAPIV-. El sueño de Giraldo, como el de muchos en el Valle del Guamuez, era hacerse a un pedazo de tierra para poder tener su propio cultivo de coca. Dejar de ser empleado en la siembra de otros. En su mente daban vueltas las mismas cuatro o cinco seductoras ideas: “La coca crece rápido… La venta es fija… El comprador viene a la puerta de la casa… Es una mera chuspita y no hay que pagarle transporte…. La pagan en efectivo… No hay que fiar…. No se brega… Está bueno el precio…” (Y pasaba por alto todos los aspectos negativos alrededor de este negocio).

Pues bien, resultó que el ejército fumigó con glifosato en cierta zona y entonces las tierras, que quedan estériles por la acción del veneno, se pusieron baratas. Giraldo, confiado en el poder de los agroquímicos, cerró los ojos y compró un lote que estaba dedicado a coca. Algunas pocas matas habían quedado en pie. Empezó meterle trabajo para levantar su propio cultivo. Pero se le atravesó en la vida la pimienta, y el proyecto ASAPIV y su gente, y su historia dio un giro radical…

Han pasado algo más de 10 años desde que se involucró con la pimienta y en la imagen están los resultados. Pimienta orgánica de primera calidad, piña, cítricos, yuca, plátano, también tiene cacao, mango, papaya, pollos, curíes, ahuyama… Todo el predio está fertilizado de manera orgánica, usa biocompuestos, insecticidas biológicos. Sus cultivos tienen certificación de Buenas Prácticas Agrícolas del ICA. Produce alimentos para el consumo y otros para la venta. Ha recuperado las fuentes de agua y está rescatando especies nativas de bosque. Sin mucho más que el bachillerato, su discurso enumerando microrganismos o nutrientes en el suelo es el de un ingeniero agrícola. Un cambio de chip, un cambio mental. Dejar la cultura atada a los cultivos ilícitos por una vida que produce respetando la naturaleza y la vida.

Quizás gane menos dinero, se trabaje un poco más, pero el aprendizaje y cambio de vida, Giraldo no lo cambia por nada.

Padrino tecnológico

El concurso ‘A Ciencia Cierta’ de Minciencias busca asociaciones que estén creando, adaptando o empleando ciencia y tecnología para dar solución a problemas puntuales de los colombianos. Los ganadores reciben 90 millones de pesos para mejorar sus iniciativas y otro pago que en el fondo trae quizá más empuje que el dinero mismo. Se trata de los padrinos o madrinas tecnologícos. Un componente de este premio que es poderoso y la vez mágico, veamos por qué.

Una vez los ganadores han sido elegidos (la decisión final la tomamos los colombianos a través de una votación pública vía internet, como en los concursos gringos), Minciencias busca expertos y expertas que estén interesados en brindar acompañamiento en áreas en las que el proyecto le vendría bien fortalecerse. Ya sea en cuestiones técnicas o científicas, o en asuntos legales, de comercialización (si es una iniciativa productiva), de certificaciones, en fin, lo que el proyecto necesite.

Estos padrinos o madrinas no tienen una retribución económica a cambio. El Ministerio hace una convocatoria abierta y ellos se presentan. Es pura voluntad, altruismo, asunto de convicciones. Y ahí hay una magia rara, la puerta a una nueva dimensión que se abre.

Francisco Libardo Samudio Palacios trabaja para el ICA brindando acompañamiento a productores agropecuarios que buscan certificarse en Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), un certificado que indica que tus cultivos cuidan la naturaleza, están libres de agroquímicos y protegen la vida de quienes trabajan allí. Tiene trabajo hasta la coronilla, pero algo lo tocó que lo hizo ofrecerse como padrino. Uno de los objetivos de la iniciativa ganadora de los pimenteros del Valle del Guamuez es lograr certificar los cultivos de 25 nuevas familias que hace poco cambiaron coca por pimienta (aparte de los 119 que ya tienen su certificado bajo el brazo). Francisco es el hombre perfecto para eso. El día de la ceremonia de entrega del premio nos dijo:

“la pimienta del Putumayo no solamente es orgánica y de altísima calidad. Cuando la pruebo y siento su picor pienso en todas esas familias que se están dedicando a su cultivo, pienso en la paz y la seguridad que está trayendo a nuestro campo. Eso me hizo ofrecerles mis servicios”.

Gloria Jenit Morán Pinchao

Los paramilitares la desplazaron. Con el tiempo regresó al Valle del Guamuez a través de la Unidad de Restitución de Tierras que le otorgó un predio de una hectárea y media. Gloria Jenit pidió ayuda para iniciar un proyecto productivo de ganado con el cual reconstruir su vida, pero le dijeron que no era posible debido a que el área del terreno no era apto para la ganadería. Le hablaron de la pimienta y Gloria, que no quería saber nada de coca, se le metió. A su esposo en cambio no le gustó la idea. Se opuso, pero ella no tenía reversa. “Le dije: raja o presta el hacha, o se va, y se fue. Lo que no sirve que no estorbe. Yo ahora estoy bien, se gana menos, pero estoy tranquila”, dice con una expresión que no sabe si es tristeza, resignación o la mera determinación.

Humberto Recalde con sus frutos mirando al horizonte

A los ocho años, Humberto Recalde perdió a su padre. Quedaba él a cargo de su madre, en situación de discapacidad, y de tres hermanos. En la década de los ochenta del sigo que acaba de pasar dejó Nariño para mudarse al Putumayo. Sin estudios iba tras la bonanza de la coca y sus promesas de gordas ganancias. A la final nunca entró a aquel negocio. Se enganchó en el tema de la agricultura orgánica y decidió hacerse un lugar entre los pioneros de la siembra de pimienta en esta región. ¿A dónde lo terminó llevando esta decisión?..

Hoy en día su cultivo se ha convertido en un laboratorio de investigación, experimentación y transferencia para todos los pimenteros de la región. Si alguien quiere “evangelizar a un paisano con este tema que tiene mucho de ciencia”, lo lleva al terreno de Humberto. Una o dos veces al año viaja a la Guayana a dictar cursos de cultivo de pimienta y vainilla orgánica. Mantiene intercambios de conocimientos con cultivadores en Vietnam, India, Brasil, Sri Lanka… En la actualidad trabaja como asesor para la Food and Agriculture Organization (FAO) de las Naciones Unidas y acompaña a la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez -ASAPIV-. Cuando le preguntas qué fue lo que lo llevó a escoger ese camino dice que el hecho de pensar en qué Putumayo le iba a dejar de herencia a sus hijos. Ya luego, dice, “fue muy rápido y fácil enamorarme de la naturaleza y de todo el conocimiento que está detrás de la agricultura limpia y la pimienta”.

José Patrocinio Martínez pimienta y canasto

Para los campesinos pimenteros asociados en ASAPIV, un archirrival a vencer es una cultura en la forma de trabajar la tierra que es la heredada de tantos años dedicados a los cultivos de coca. Al cocalero no le tiembla la mano para usar pesticidas, no, ni para arrojar residuos a las fuentes de agua, talar bosques, usar abonos químicos de dudosa reputación. Quiere ver su coca frondosa en un parpadeo. El que se mete a la pimienta orgánica con ASAPIV tiene que aprender en cambio a cuidar el agua, el bosque, los animales, a fertilizar de manera orgánica, reforestar, controlar plagas con productos biológicos que él mismo necesitará aprender a preparar porque no se los venden… Al comienzo a muchos les cuesta. Algunos piensan en renunciar. Sin embargo, algo pasa, hay una magia en ese propósito que termina convirtiéndolos a todos en unos apasionados de la agricultura orgánica y el cuidado de la vida.

Juan Tovar

-Cuando iniciamos en este negocio de la pimienta orgánica estaban pagando la libra a 22 mil pesos. Hoy, sobre todo por el contrabando de pimienta del Ecuador que no es orgánica, la libra está apenas a 7 mil. Es muy triste esta caída del precio, pero en todo caso hay cosas que nos ha traído este cultivo que no se compran con ninguna plata.

-¿Como cuáles?

-Pues primero, lo que es aprender la agricultura limpia y orgánica.

Luego, fíjese, nos la pasamos yendo a capacitaciones, talleres, aprendiendo, estas son oportunidades que un cocalero no tiene.

También nos reunimos seguido y compartimos, entre nosotros nos hemos unido, antes era pura desconfianza entre vecinos.

Y nos hemos acercado a las autoridades, también a las opciones que brinda el Estado, que eran cosas que no podíamos hacer.

Se siente uno orgulloso decir a qué se dedica. Y así, ganancias que no tienen precio.

Coronel Sandoval

Una vez al mes, la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez – ASAPIV despacha un pedido de una tonelada con destino restaurantes y condimenteras de Medellín. La mercancía se transporta en un camión del Ejército Nacional. Lo primero que uno piensa cuando escucha esto es que ha de deberse a problemas de seguridad que exigen que la pimienta viaje en convoy militar, pero no, es simplemente una iniciativa del coronel del Ejército Hugo Sandoval. Es la manera como a él se le ocurrió que podía dar una mano a estos campesinos que están reescribiendo la historia de la región. La Gobernación pone el combustible, el Ejército el camión y a los pimenteros les corresponde cosechar una pimienta orgánica de primera calidad.

Por cultivarse en territorio amazónico, la pimienta del Putumayo tiene mayores niveles de piperina, el compuesto que le da el picante. A esta característica especial se suma el hecho de que es pimienta totalmente orgánica certificada que además brinda una alternativa a las familias de la región interesadas en dejar atrás economías ligada a la siembra de cultivos ilícitos.

Fotos y textos de Delio Aparicio, Delio es periodista y fotógrafo documental. La pregunta que guía su actividad es cómo lograr mensajes actuales y atractivos orientados a la educación, el cambio cultural o social.