¿Cómo los saberes ancestrales pueden ayudar a proteger a las tortugas Amazónicas?

Médico Cocama

El resguardo Santa Sofía está a unas dos horas desde Leticia viajando por el río Amazonas. En este resguardo cohabitan, en aldeas separadas, pueblos tikuna y cocama. Tienen tradiciones, lenguas y formas de organización diferentes, pero son sociedades amigas. En 2008 se embarcaron juntos en una heroica labor para tratar de salvar a las tortugas taricayas, cupisos y charapas, al borde de la extinción en el río. Con este proyecto obtuvieron el premio del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), A Ciencia Cierta. Desarrollo local para transformar realidades para robustecer su programa de conservación que ya completa 13 años de trabajo.

Puedes conocer en video esta historia:

Pescador del río

Los indígenas del Amazonas siempre han cazado las tortugas del río y sus nidadas. Las usaban para el autoconsumo y para algunos rituales, pero las tortugas nunca se habían visto amenazadas porque hacían un uso sostenible del recurso. Los mayores y las autoridades de la comunidad poseían el poder para conceder y prohibir la caza de tortugas según sus criterios de cuidado y ellos se encargaban de que no hubiera sobreexplotación. Pero ese poder se perdió, se rompió. Crecieron los centros urbanos, los restaurantes, los hoteles y la gente que demandaba carne y huevos de tortuga. Los indígenas las cazaban, ya no para su consumo, sino para venderlas y comprar con ese dinero bienes de consumo… Y la especie no aguantó. Se calcula que de mil huevos apenas uno llega a ser adulto. Con esos niveles de demanda hoy las tortugas taricayas, cupisos y charapas están al borde de la extinción en el río.

El baile de la pelazón

Las tortugas son una pieza irremplazable del engranaje del río. Ellas dispersan semillas, son parte de la dieta de otros animales y contribuyen a la salud y la estructura de otras especies con las que comparten el entorno. Su declive tiene implicaciones profundas en el ecosistema. Pero además también tienen un impacto para la supervivencia cultural de los pueblos indígenas. Ellas hacen parte de los mitos, las cosmogonías y tienen un valor ritual importante para estas comunidades.

La pelazón, por ejemplo, es un rito de transición ticuna que se celebra cuando una niña pasa a determinada edad. Se recluye a la muchacha púber desde el momento de su primera menstruación en un cuarto de su casa llevando una rigurosa dieta y un proceso de aprendizaje con su madre. Tiempo después se celebra en su honor una fiesta en la que se le enseñan los valores espirituales y sociales de su cultura a través de cantos, danzas, pinturas y el corte de cabello (pelazón), entre otras acciones cargadas de sentidos simbólicos. Según la cosmovisión ticuna, Metare es un sabio o conocedor de las plantas medicinales que se convierte en tortuga y ave y es quien les enseñó la pelazón. Por eso en los bailes de este ritual se usa el caparazón de una tortuga cubierto de plumas.

Un nido

Cuando nació el programa de conservación comunitario de tortugas en el resguardo de santa Sofía eran unas pocas personas, más guiadas por la voluntad que por un plan bien estructurado. Se valían sobre todo del conocimiento que tenían como cazadores y habitantes de la selva y el río. Sabían cuáles eran las temporadas de apareamiento, de huevos, de eclosión de los neonatos, las señales para encontrar las nidadas y distinguir las hembras. Se turnaban día y noche para vigilar los nidos que encontraban y los señalizaban con ramas.

Luego llegaron fundaciones como Biodiversa Colombia y otras organizaciones con las que fueron adquiriendo nuevos conocimientos. Mezclando ciencia y saber tradicional fueron mejorando sus resultados. Aprendieron a usar coordenadas en la señalización de los nidos, a tomar datos y llevar cifras, a marcar las hembras y a hacer seguimientos y trasplantes de nidos en situación de riesgo; también conocieron a profundidad las especies. Aprendieron a evaluar el estado de la población de tortugas, interpretar el impacto de sus acciones en el tiempo. Adquirieron conocimientos en biología básica y conservación con los cuales iniciaron procesos de divulgación y socialización de resultados. Empezaron a visitar otras comunidades para convencerlas de emular el programa y a dictar talleres para formación de nuevos guardianes. Sensibilizaron niños de escuelas, visitaron instituciones y organismos de conservación para compartir sus experiencias. Con el tiempo lograron aunar esfuerzos y acceder a financiaciones o capacitación. Hoy en día han logrado consolidar el programa de conservación en 5 comunidades, tres en Colombia y dos en Perú. Han logrado proteger 712 madres, 550 nidos y 15.500 charitos de las tres especies.

Neonatos

El programa de conservación comunitaria de tortugas taricuyas, cupisos y charapas del resguardo de Santa Sofía llevará a cabo varios procesos de apropiación de ciencia y tecnología. Un paso que darán es migrar su información al mundo digital. Con ayuda de computadores y capacitación llevarán toda la información biológica que recolectan en su trabajo, que hasta ahora se consignaba en papeles, a soportes digitales que les permitirán compartirlos con la comunidad científica y mejorar su análisis. Tratan así de entender mejor la distribución de los nidos, la conducta de las especies en las playas y mejorar la interpretación de esta información para sacar conclusiones más robustas de los efectos de sus acciones y tomar medidas para optimizar el trabajo. Por otro lado, empezarán a usar la tecnología de GPS para la georreferenciación de sus datos. Con ayuda de teléfonos celulares buscarán obtener mejores registros audiovisuales de sus acciones para usarlos en sus actividades y material de promoción y educación medioambiental. Finalmente, replicarán la experiencia en una nueva comunidad y formarán nuevos guardianes de tortugas.

Líder del proyecto

Nabil Carihuasari hace parte del proyecto de conservación comunitaria de tortugas desde sus inicios. Hoy ya es formador de nuevos guardianes. Se encarga de transmitir todas las técnicas y procedimientos para el cuidado de las tortugas y de los neonatos. Pero trece años de experiencia han terminado por convencerlo de una cosa, que hay que trabajar en promover el cuidado de las tortugas entre los niños. Esa es ahora su mayor obsesión. Por ello logró convencer al proyecto de realizar actividades de sensibilización con niños de las escuelas. Gracias a eso desde hace un tiempo se realizan salidas de campo en tiempo de liberación de neonatos con estudiantes de colegios para que sean ellos mismos quienes los liberen. Con los recursos del premio que obtuvieron van a poder compartir esa experiencia de manera virtual con más niños de la zona.

De consumidora a conservacionista

Liliana Dasilva López, de la etnia ticuna, era una ferviente consumidora de carne y huevos de tortuga. Hoy es la coordinadora del proyecto de conservación comunitaria en su resguardo. ¿Cómo sucedió eso? Liliana dice que la atrajo ver la disposición de los guardianes a invertir tiempo en la protección de tortugas, ser testigo de cómo salían en las noches para irse a dormir con incomodidad en las playas a cuidar los nidos, o de cómo pasaban los días al lado de investigadores y científicos que venían al resguardo a enseñarles metodologías de conservación. Eso la sedujo. Entonces decidió ingresar al proyecto a pesar de la oposición de su esposo y de sus hijos. Y como le gustó, no podía dejar de hablar en casa de lo que aprendía. Llegó el tiempo en que ella también se iba en las noches a dormir en improvisadas carpas en las playas, en medio de los mosquitos, para acompañar a los neonatos en su primera salida al agua. Su pasión y la emoción de aquellas experiencias terminaron por contagiar a toda la familia. Ahora ella, sus hijos y su esposo son también guardianes de tortugas.

Fotos y textos de Delio Aparicio, Delio es periodista y fotógrafo documental. La pregunta que guía su actividad es cómo lograr mensajes actuales y atractivos orientados a la educación, el cambio cultural o social.