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Las flores que prometen sostenibilidad

Experiencia comunitaria de la Asociación para el desarrollo integral, humano y sostenible AKAYÚ, Inírida, Guainía.

En las sabanas inundables de arenas blancas del departamento del Guaviare, a solo cinco kilómetros de Puerto Inírida, crece una flor eterna. Una flor endémica de ese lugar y única en el mundo: la Flor de Inírida.

Esas sabanas albergan un ecosistema sin par que se ha conformado a través de los siglos a los pies de los ya famosos tepuyes, las inmensas moles de piedra que durante miles y miles de años han enfrentado el viento, las tormentas y la lluvia que los lava y genera esas arenas blancas en donde crece la Flor de Inírida. 

Es un ecosistema muy frágil y no tiene mucho suelo. Pero es muy húmedo, por lo que las plantas para adaptarse desarrollan raíces aéreas con las cuales tomar el alimento y guardar agua para la época de verano.

Ahí, en un punto donde terminan las sabanas y comienza la selva, la Asociación para el Desarrollo Integral Humano y Sostenible, Akayú, tiene un predio de siete hectáreas donde ha comenzado a cultivar de manera sostenible la Flor de Inírida.

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