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Adaptación hidráulica Zenú: Innovación de la cultura de las aguas

El pasado de la Ciénaga

Don Carlos Miranda dice que hace 20 años bastaba solo con media jornada en la Ciénaga Grande del Bajo Sinú para llevarse a casa 2 o 3 sábalos de 40 kilos. Que en la temporada del bagre o el blanquillo, él lanzaba su atarraya y después no podía con ella, que había pescadores que arponeaban tranquilamente róbalos de 6 o 7 kilos.

“Pero hace años que los peces no volvieron a la Ciénaga. Ya no se ven ni siquiera las cachamas. El sábalo y el blanquillo que queda es poco y muy pequeño. Un pescador que sale todo el día a recorrer la ciénaga por mucho trae una mojarrita, un bocachico como para el consumo de la casa. Ya nadie consigue un billete de la pesca”, señala con nostalgia Don Carlos.

Don Carlos, aún acostumbrado a los viejos tiempos, prefirió entonces olvidar su oficio, colgó su atarraya y ahora se dedica a un pequeño cultivo. Algunos opinan que la construcción de la variante Lorica de la Ruta al Mar fue lo que diluyó los recursos pesqueros, al atravesar la Ciénaga alteró el ingreso de las aguas dulces y saladas y echó al traste el equilibrio del ecosistema.

Otros señalan a la Central Hidroeléctrica de Urrao porque ya no permite a los peces subir hasta el lugar donde solían desovar. Otros hablan del uso indebido del trasmallo (porque arrasa con embriones, peces pequeños, peces que aún no se han reproducido), a los cambios de temperatura, a las basuras, el descarte de aguas residuales en la ciénaga, también culpan a la ganadería.

Lo cierto es que la pesca y la agricultura que se practicaban allí ya no producen lo mismo. La subsistencia y el bienestar de las comunidades que vivían de la Ciénaga Grande llevan años penando.

Nuevos oficios

Yorgi Miranda creció pescando en la Ciénaga Grande del Bajo Sinú. Pensaba que terminaría sus días siendo pescador o agricultor, los oficios que había aprendido de su padre. Sin embargo, la disminución de la pesca en la Ciénaga y los cambios en la productividad de las tierras en los últimos tiempos lo llevó a replantear sus planes.

Ahora, como muchos otros de su generación, Yorgi pone todas sus esperanzas en buscar un empleo. Para muchas de estas personas, las opciones más comunes están el sector de la construcción, el transporte público, los empleos informales, las ventas en el espacio público, el servicio doméstico, la vigilancia o el jornaleo en las haciendas ganaderas. Como Yorgi, la mayoría de la población de Purísima está resignada a la idea de que ya nunca volverá a ser posible conseguir el sustento en las tradicionales labores agropecuarias que se desarrollaban alrededor de los cuerpos de agua de la Ciénaga.

Contra esta creencia es que lucha la Asociación de Productores, Pescadores, Agricultores y Artesanos Agroecológicos de Purísima Córdoba-APROPAPUR, ganadores de la convocatoria de A Ciencia Cierta: Desarrollo local para transformar realidades.

Son 30 familias que están convencidas de que, con una buena mezcla entre conocimiento tradicional, ciencia y técnica de hoy, es posible buscar alternativas a la crisis.

El país mágico de las aguas

En la Ciénaga Grande del Bajo Sinú, la mitad del año las tierras están completamente inundadas y las aguas son indómitas. En la otra mitad, la sequía puede llegar a ser inclemente y lo que antes era pantano y barro se convierte en una costra reseca y árida. Aún así, los antiguos zenúes llamaron a estas tierras en su lengua Sheinú, que significa el país mágico de las aguas. Allí construyeron uno de los pueblos indígenas más florecientes de la historia precolombina. Porque eran grandes orfebres, artesanos y tejedores, pero sobre todo porque supieron aprovechar las difíciles características de la región. Desarrollaron unos sofisticados sistemas de camellones con los que canalizaban, drenaban y conectaban los cuerpos de agua. Así, en los inviernos eran capaces de contener las inundaciones para proteger los cultivos y las viviendas; y en los veranos disponían de agua y ricos sedimentos que lograban retener retuvieron para usarlos como abono en el período seco. Siempre respetuosos del medio natural, gozaban de buenos cultivos y aprendieron a mover sus mercancías a través de rutas acuáticas gracias a las cuales construyeron una de las más evolucionadas economías de su tiempo. Orlando Fals Borda los bautizó como la cultura de los sabios hombres anfibios.

Hace 20 años los campesinos que se asociaron en APROPAPUR decidieron que la columna vertebral de su proyecto productivo sería retomar esos saberes y técnicas ancestrales zenúes para enfrentar los infortunados cambios que estaba sufriendo la ciénaga. Cada vez que Fanny escucha a sus compañeros de la Asociación decir que el conocimiento zenú es el faro que los guía, cuando los escucha explicar cómo es que funcionan los camellones de cultivo, cómo se usan las compuertas que dejan drenar el agua, cómo se contienen los nutrientes para aprovechar en los tiempos secos; a esta mujer de sangre zenú le salta el corazón de orgullo. Es el orgullo de saber que más de 100 personas logran parte de su sustento empleando el conocimiento de sus ancestros, el orgullo de saber que en parte esto les ha dado méritos para hacerse ganadores del concurso A Ciencia cierta, del Ministerio de Ciencia,Tecnología e Innovación en la categoría de “Vínculos para el desarrollo sostenible”.

Asociación de Productores, Pescadores, Agricultores y Artesanos Agroecológicos

El proyecto agroecológico de la Asociación de Productores, Pescadores, Agricultores y Artesanos Agroecológicos (APROPAPUR), funciona en 6 hectáreas baldías cedidas por el municipio de Purísima, Córdoba. Allí 30 familias desarrollan actividades de agricultura, piscicultura y procesos de conservación de fauna y flora. La premisa orientadora es hacer un uso responsable y sostenible de los recursos naturales combinando saberes ancestrales con las técnicas y la ciencia de hoy.

Las actividades agroecológicas se desarrollan en camellones de cultivo al estilo de los indígenas Zenú. No hacen uso de agroquímicos y respetan toda la biodiversidad del lugar. El proyecto piscícola utiliza estanques de agua viva que funcionan con un sistema de presas que siguen las antiguas técnicas indígenas. Ahora mismo están trabajando en la producción de un alimento alternativo para peces producido con proteínas y material vegetal que se obtienen de la zona (la puesta a punto de este sistema de alimentación es parte de las actividades que piensan implementar con los recursos del premio de A Ciencia Cierta. Desarrollo local para transformar realidades). En cuanto a la conservación, trabajan en el cuidado de la tortuga icotea (amenazada en la zona) y de otras especies animales y vegetales que tienen presencia allí.

Mujeres, hombres, madres cabeza de familia, jóvenes, niños y adultos mayores hacen parte de este proyecto.

En la imagen uno de los miembros más veteranos, don Manuel Salvador Tovar, conocido como ‘el capi’, espera en la portada a la comitiva del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Es la primera hora de la mañana del día que se desarrollaría el primer encuentro local y la entrega del premio de A Ciencia Cierta.

Camellones y frutos de la tierra

Así es como se ven los camellones de cultivo zenú a la distancia. Son canales de tierra que se construyen entre el sistema de estanques de agua de la Ciénaga. Las familias de la Asociación los construyeron con sus propias manos, a pica y pala. A cada familia se le asigna un camellón y allí, debajo de las matas de plátano y mango, también tienen papayas, melones, ahuyamas, fríjol, yuca, maíz, popoche, berenjena, habichuela. Hay hortalizas, plantas ornamentales, medicinales y otras especies que usan para la producción de alimento para los peces como el matarratón, la moringa, el guásimo.

A estos cultivos los guían dos principios rectores. Primero, dejar de lado la cultura del monocultivo en favor de la agricultura biodiversa. El propósito es generar seguridad alimentaria para las familias socias. Segundo, todos los cultivos deben estar libres de pesticidas y químicos y trabajarse con abonos naturales. No todas las familias siembran lo mismo y hay intercambio de productos.

Clarinetes y pescados

Juan Manuel Coneo es Licenciado en Educación Artística con énfasis en música, de la Universidad de Córdoba. Un tiempo se fue a Bogotá para estudiar una especialización. Luego estuvo rodando con orquestas por todo el país como clarinetista. Finalmente, desde hace un par de años, decidió regresar a Purísima para dedicarse al proyecto de APROPAPUR. Si te sientas a hablar un rato con él vas a creer que estás con un ingeniero agrónomo, o agroforestal, o quizá un técnico en piscicultura o un biólogo. Si miras cómo transcurren sus días, el desconcierto acerca de este clarinetista licenciado en música será mayor. Va de un lado a otro recolectando muestras de agua para enviar a los laboratorios, pesando o midiendo los peces con los que están estudiando la efectividad de un tipo de alimentación alternativa que ellos mismos están desarrollando, leyendo un trabajo sobre técnicas de cultivo orgánico o sobre formulación de proyectos socioambientales. Su cargo en la Asociación, se denomina Gestor de Desarrollo Gerencial. Durante el encuentro local con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación hizo presencia una orquesta de niños y jóvenes que amenizó la reunión interpretando porros y fandangos, fue ahí entonces que finalmente nos cupo en la cabeza que Juan Manuel Coneo también era un clarinetista profesor de música.

Encuentro

Todas las iniciativas ganadoras de la convocatoria A Ciencia Cierta. Desarrollo Local Para transformar realidades (2020) reciben el acompañamiento de lo que en el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación (Minciencias) han bautizado como padrinos tecnológicos. Esto es una persona o personas expertas en los distintos temas que la comunidad se ha propuesto desarrollar. Estos padrinos aceptan acompañar las iniciativas ganadoras sin retribución económica a cambio. Es un trabajo voluntario basado sobre todo en el altruismo.

En la imagen: el primer encuentro entre el Minciencias y la Asociación de campesinos APROPAPUR de Purísima, Córdoba, ganadores de la convocatoria en 2020. En la reunión la comunidad estaba dando un fuerte debate acerca de los pros y los contras de abandonar o no el uso de concentrado industrial para la alimentación de los peces (ellos vienen trabajando desde hace un tiempo en la producción de un alimento alternativo propio). En medio de la discusión el ingeniero Francisco Peña, padrino tecnológico, quien hasta el momento no se había presentado, pidió la palabra. Cuando dijo su nombre en voz alta, varios miembros de la comunidad no daban crédito a lo que acababan de escuchar. El ingeniero Francisco también ha trabajado en la producción de un alimento para peces con una organización indígena de Tierra Alta. La comunidad de APROPAPUR se había enterado de aquel proyecto, habían estudiado varios documentos producidos por la experiencia, también habían escrito a la Universidad de Córdoba tratando de contactar al ingeniero Francisco, pero no habían tenido resultados. Ahora lo tenían ahí, en medio de ellos, en el papel de su padrino. Así que les fue imposible dominar su emoción. Como quien aún no logra aterrizar en la realidad dijeron: “¡Ingeniero, teníamos muchas ganas de conocerlo! Llevamos mucho tiempo buscándolo, es un privilegio que hoy esté aquí con nosotros”. Para el equipo del Ministerio también fue un momento mágico verlos encontrarse. En la imagen Juan Manuel Coneo de APROPAPUR (izquierda) saluda a su padrino tecnológico Francisco Peña mientras comenta los diversos caminos que habían ensayado para conocerlo.

Generaciones

Si uno menciona a la Asociación de Productores, Pescadores, Agricultores y Artesanos Agroecológicos de Purísima Córdoba – APROPAPUR, lo que primero viene a la mente es un grupo de campesinos muy mayores. Especialmente porque la pesca y la agricultura en la Ciénaga se han puesto tan difíciles que ya pocos jóvenes tienen puestas allí sus esperanzas. Más bien sueñan con poder abandonar algún día Purísima para ir a vivir a las ciudades. Pero no es el caso de esta iniciativa. En APROPAPUR la balanza entre juventud y veteranía es bien pareja y así mismo la mezcla entre conocimiento tradicional y ciencia y tecnología. Los mayores, como don Francisco Nieves, “el patriarca de APROPAPUR”, conocen bien cómo se comporta la Ciénaga. Con sólo meter un dedo en el estanque y probarlo saben el porcentaje de agua salada que está sobrando. Tienen bien grabado en la memoria los tiempos de siembra y cosecha. Conocen las algas que los antiguos zenúes usaban como abono. Saben leer señales para anticipar el clima…

Los jóvenes, como Jhonelvis Julio, llevan en cambio rigurosas tablas de control para comparar el desarrollo de los peces de los estanques que están usando concentrado industrial versus los peces criados con el concentrado alternativo. Usan fórmulas para calcular la producción de filetes con las nuevas maquinarias que adquirieron. Trabajan en el presupuesto para cumplir con los requisitos sanitarios de la planta procesadora que se está levantando…y así van, distintas generaciones dando lo mejor de cada una.

Anarquía

Si uno menciona la palabra anarquía, a mucha gente lo primero que se le viene a la cabeza es un punk en líos con la autoridad. Esta es una idea bien equivocada. Como propuesta social y política, lo que realmente buscaban los anarquistas era salirse de las grandes ciudades y abstraerse de los grandes sistemas políticos con todas sus injusticias y corrupciones para vivir en comunidades pequeñas, con reglas bien claras diseñadas por ellos mismos para asegurar el bienestar de su gente. Cuando uno visita la granja de APROPAPUR no deja pensar en ese tipo de anarquistas. Son 30 familias, pero viven como una sola. Aunque cada núcleo tiene su parcela, comparten todo lo que producen y trabajan en los terrenos de todos. Nadie está fuera del proceso de toma de decisiones. Desde el más grande hasta el más chico tiene funciones. La vida les parece más dulce dentro de la Asociación que fuera de ella. Es el caso de José Luis Tovar, vendedor de plátano. No hace otra cosa que ansiar el fin de semana para ir con sus hijas a alimentar los peces, recoger la cosecha papaya, enseñarles a sembrar el maíz en el camellón de la vecina….

Innovación

Lorenza Tovar es miembro fundador de APROPAPUR y su representante legal actual. No es de la camada de los mayores ni tampoco de los más jóvenes. Cada vez que a la Asociación llega una innovación, ya sea un proceso técnico, una capacitación o una herramienta nueva, no es precisamente que Lorenza celebre. Tiene un conocimiento tradicional sobre cómo llevar sus cultivos que le ha funcionado y pues para nadie es fácil cambiar las costumbres. A veces ha sido una máquina o una herramienta para dejar de usar los viejos molinos en la preparación de la comida de los peces. O una capacitación para mejorar los caldos de abono orgánico. Un nuevo procedimiento para manejar los residuos o controlar un animal invasor. “Mire, cada vez que anuncian esas innovaciones, la primera reacción es de martirio. Luego, cuando uno ya domina la técnica se siente alivio y agradecimiento. Y ahora creo que esos retos de aprender a usar esas innovaciones, al final terminan por unirnos más porque nos acompañamos, nos ayudamos, nos explicamos unos a otros. Entonces creo que las innovaciones, los cambios tecnológicos terminan siendo sobre todo un factor consolidación de nuestro grupo”.

Fotos y textos de Delio Aparicio, Delio es periodista y fotógrafo documental. La pregunta que guía su actividad es cómo lograr mensajes actuales y atractivos orientados a la educación, el cambio cultural o social.