Mujeres y niños de las comunidades de Kasiche I, Kasiche II, La Parcela y Wayumana debían caminar hora y media para acceder a un pozo de agua impulsado por un molino de viento. Aunque más cerca tenían un pozo artesanal y un reservorio superficial (conocido en la comunidad como jagüey) de aguas lluvias, las dos fuentes estaban contaminadas porque se encuentran expuestas al aire libre, en donde los animales y las personas hacen sus necesidades fisiológicas, lavan la ropa y recogen el agua para su consumo. La comunidad no contaba con prácticas de hábitos saludables y saneamiento básico, que protegen el agua de la contaminación y evitan el deterioro de la salud causado por consumo de agua no segura. Esto afectaba a toda población, impidiéndoles realizar sus actividades cotidianas como asistir al colegio, trabajar y generar ingresos.

En trabajo colaborativo con Hybrytec S.A.S, en alianza con la Fundación Aguayuda y Corpoguajira obtuvieron agua potable a través de la perforación de un pozo profundo y la extracción de agua subterránea a partir de una bomba accionada con energía sola. Se complementa ésta solución con el uso de filtros LifeStraw para la potabilización de agua en el hogar. Se incluyó en el proyecto de apropiación, favorecer cambios de hábitos y saneamiento básico a través de letrinas secas. Todas estas acciones acompañadas de procesos educativos y la conformación de un comité de gestión local para garantizar la sostenibilidad tecnológica y la transformación cultural.

El desarrollo se realizó en varias fases: socialización, acceso al agua, saneamiento y educación. Así pues, se inició con la socialización de la idea de solución a la comunidad; con quienes continuó un proceso de sensibilización sobre saneamiento, educación en higiene personal y hábitos saludables, estableciendo confianza y comunicación fluida entre los participantes con ayuda de una trabajadora social wayuu; aprendizaje y práctica del buen uso y mantenimiento de los filtros LifeStraw para potabilización del agua, y apropiación de estas tecnologías dentro de su cotidianidad respetando su cultura. Se realizó la construcción de 41 baños secos de forma colaborativa con la comunidad, comenzando con dos o tres familias que sirvieron de ejemplo e inspiración para que el resto de ellos también comenzara a usar los baños y, debido a la concientización de la importancia de higiene, gestionaron recursos para mantener el suministro de aserrín. En la etapa final, se perforó el pozo y se instalaron los paneles y la bomba solar; al tiempo, la comunidad preparó un terreno cercado para proteger el tanque flexible. Por último, se construyeron tres puntos de distribución, uno para cada comunidad, buscando sentido de pertenencia y cuidado con el sistema de agua.